"La paciencia ha desaparecido"
Entrevista a Augusto Cury. www.lanacion.com
"En España, el 80 por ciento de los maestros, muchos de ellos profesores universitarios, tiene estrés; en Brasil la cifra alcanza el 91 por ciento. Cuentan que se despiertan agotados, doloridos, con migraña, que sufren insomnio. He viajado mucho en estos últimos seis meses y la queja es la misma en casi todo el mundo. "¿Qué pasa?", se pregunta el médico psiquiatra brasileño Augusto Cury.
En una reunión con maestros, preguntó: ¿Qué es más importante para formar un intelectual, la duda o el pensamiento elaborado? Todos respondieron que la duda, entonces volvió a preguntar: ¿qué es lo que enseñan ustedes? Honestos, asumieron que impartían conocimientos preelaborados. ¡Ese es el problema!", apunta este estudioso de las formas en que la mente procesa los pensamientos y de una de sus consecuencias: la psicología educativa.
Según Cury, damos a los jóvenes un conocimiento terminado. No los estimulamos para que investiguen, cuestionen, descubran, creen. Fundamentalmente, para que se atrevan a pensar por sí mismos. El sistema encarcela el yo, lo aprisiona en la platea, no lo estimula para que asuma su papel de director del guión de su historia. Los jóvenes no se encuentran preparados para enfrentar los desafíos exteriores ni los conflictos interiores. No saben proteger sus emociones, administrar sus pensamientos, exponer sus ideas, pensar antes de reaccionar. Todo esto se agrava por lo que denomino síndrome del pensamiento acelerado”.
El exceso de información, asociado con el aumento de estímulos provocados por la televisión y el consumo, ha dado lugar a una generación en la que tanto adultos como chicos son incapaces de concentrarse. Pierden con rapidez el placer que dan las cosas que logran, poseen una mente agitada porque la paciencia ha desaparecido; si el ordenador demora un minuto más en completar una operación, la gente se irrita. El aula es el último lugar donde los niños y los adolescentes quieren estar.
Los padres y educadores deben incentivar al que fracasa para que extraiga sabiduría de sus experiencias. Equivocarse es una etapa de la invención, la cultura de que el que acierta tiene notas altas y el que yerra es castigado es una falta de respeto a la riquísima pedagogía de prueba y error que promovió las conquistas de la historia. Recordemos que caemos muchas veces hasta que aprendemos a caminar.
Dice Cury, que los sueños y la esperanza nos fueron dados para compensar las dificultades de la vida. Los sueños son como las brújulas del corazón, los proyectos de vida. No son como los deseos que van y vienen; los sueños dan sentido a la existencia, renuevan la esperanza cuando sentimos que el mundo se nos viene abajo.
Somos únicos y, en realidad, no hay gente de éxito y gente fracasada: hay personas que luchan por realizar sus sueños y otras que renuncian a ellos.
Quisimos darle lo mejor a nuestros hijos, ahorrarles dificultades:pusimos televisión, computadoras y videojuegos en sus dormitorios. Los abrumamos con cursos de idiomas, computación, yudo, natación, música, danza, golf. La intención fue buena; el resultado, pésimo.
Hemos creado un invernadero para nuestros hijos, que se han convertido en la generación más insatisfecha, ansiosa y desmotivada que haya pisado el planeta Tierra. Es necesario que los ayudemos a soñar, a ser ingenieros de ideas. Llevarlos a sentir que son seres humanos con un enorme potencial intelectual; el futuro de la humanidad está en juego”.